sábado, 7 de septiembre de 2013

SOBRE DIVERSIDAD Y HOMOFOBIA



La necesaria diversidad transversal

En los últimos meses en Venezuela se ha hablado mucho de tolerancia. Asimismo se han abordado temas como la homofobia (asunto por tantos años silenciado en un país machista y sexualmente hipócrita), la persecución ideológica, las libertades amenazadas, el pensamiento único. Todo esto remite a conceptos de exclusión, discriminación y racismo. Quizá estemos llegando a un punto fundamental de la discusión para un nuevo pacto social en el país.

La constitución vigente, en su preámbulo, habla de establecer una sociedad tolerante y democrática, multiétnica y pluricultural, a lo que le son inherentes la interculturalidad y el multilingüismo, pero también la libertad de credos religiosos, la pluralidad jurídica, ideológica, sociocultural y política, y, por supuesto, el respeto a la diversidad sexual. Todos estos fenómenos deben entenderse en sus más amplias acepciones e implicaciones, a pesar de que no siempre encuentran unanimidad de aceptación en los actores sociales.

Enarbolar las banderas de la libertad y del pluralismo implica un profundo respeto a la diversidad. En algunos sectores, esto se entiende solo y casi exclusivamente referido a la diversidad sociocultural; en otros, parecería inclinarse más a la libertad de pensamiento y opciones políticas. Muchas veces esas posiciones pecan por asumir lo que niegan: la falta de pluralidad y diversidad.

Un nuevo pacto social para el país pasa, necesariamente, por el respeto a la diversidad. Enarbolar las banderas del pluralismo ideológico y de la libertad económica no puede, o no debe, oponerse a la diversidad sexual ni a la sociocultural. Debe haber una consecuencia en las posiciones, sin rupturas epistemológicas. Lo contrario se acerca a la idea del autoritarismo y del fascismo, que solo se advierte cuando choca contra los intereses y las posiciones de un determinado grupo que entonces acusa al contrario de poco tolerante.

Ante las reiteradas amenazas a la disensión, no cabe menos que rebelarse y protestar pacífica y legalmente sin atropellar ni los derechos de quienes no piensan igual ni la institucionalidad legal y legítimamente constituida. Pero también, al revés, es importante insistir en que la diversidad y el pluralismo tienen muchas implicaciones: desde el pleno reconocimiento de los derechos colectivos de pueblos y colectividades, como los indígenas y las comunidades campesinas y locales, hasta el respeto y la supresión de cualquier práctica discriminatoria (legal o social) para las personas con orientaciones sexuales diferentes. Denostar a alguien por homosexual o transgénero es tan inhumano e inaceptable como perseguirlo por sus ideas políticas o su credo religioso, por el color de su piel o su identidad étnica. Hasta el papa Francisco, en el vuelo de regreso a Roma, después de asistir a las Jornadas Mundiales de la Juventud, celebradas en Río de Janeiro, admitió que no tenía la potestad para juzgar las orientaciones sexuales de las personas. La Iglesia Católica no acepta, sin embargo, algunas demandas fundamentales de los colectivos homosexuales y transgéneros, como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Este tema, sin embargo, tiende a enredarse en la estrecha moral sexual de la Iglesia Católica, que condena toda práctica no orientada a la reproducción y asimismo pone demasiado énfasis en el celibato obligatorio del ministerio sacerdotal.

Lamentablemente, en el enrarecido clima político venezolano, se han mezclado insultos y prejuicios, y cualquier posición u orientación personal puede emplearse para insultar, perseguir y someter al escarnio público. ¿Quién estará en verdad limpio de corazón para lanzar la primera piedra?

Ojalá que quienes aplauden unas u otras de las distintas posiciones en las que se puedan advertir elementos, aparentes o implícitos, de intransigencia social y de irrespeto a la diversidad en todas sus implicaciones, o se adhieren de manera irreflexiva a ellas cuando son enarboladas directa o veladamente por personeros políticos de su simpatía, caigan en cuenta de que para construir un proyecto social de verdad sólido se debe ser consecuente con lo que se piensa, se dice, se hace y se emplea como argumentos. Tan o más importante, como lo dice la sabiduría popular, que tanto tiene que enseñarnos, es recordar y poner en práctica aquello de que no hay peor cosa que escupir hacia arriba.


Horacio Biord Castillo

TENEMOS PATRIA: DE LA PARADOJA A LA IRONÍA



Afortunamente, tenemos patria soberana. Una potencia mundial floreciente que nos legó el Comandante Eterno. Así al menos es como nos lo quiere vender esta delirante narrativa épica que es el chavismo, que insiste con sus mitos de medio pelo batallando contra los gigantes molinos de viento que habitan su imaginación calenturienta. Y todavía hay muchos (demasiados) que se lo creen.

Alfredo Sánchez
http://diariodecaracas.com/gente/ni-bolivar-ni-el-hombre-ni-dificultades


I.

El concepto de patria siempre me ha resultado elusivo. Racionalmente, entiendo que la patria es más que un lugar geográfico: es un sistema integrado de historias, tradiciones, valores y símbolos que se comparten varias personas. Fernando Aínsa, pensador y crítico literario, tiene un precioso libro, Los buscadores de la utopía, donde analiza el espacio patrio y sus manifestaciones en el pensamiento y la literatura, especialmente en la novela, destacando la ajenidad del hombre americano con respecto de su espacio patrio.

Por otro lado, Ángel Rama, especialmente en su trabajo La ciudad letrada, hace un interesante abarcamiento de la habitación, internalización, constitución y transformaciones por parte del hombre americano respecto de su espacio patrio (aunque ni Aínsa ni Rama utilizan explícitamente esta palabra) En ambos casos, el hecho de que nuestro espacio patrio nos ha sido otorgado y que hemos estado sometidos a metrópolis culturales (pero también económicas y políticas) a lo largo de la historia, nos han convertido en ocupantes que buscan las raíces. En este sentido, las historias, las tradiciones y los valores tienen mayor o menor peso según se consideren, porque los símbolos (lenguaje, religión) nos parecen ajenos.

II.

A partir de su muerte, ha habido intentos de establecer un pensamiento chavista. Hugo Chávez fue un gran retórico, en el sentido griego de la palabra. Es decir, un hombre que utilizaba su discurso, sus habilidades discursivas, para apuntalar un liderazgo tal que, reforzado por los medios masivos de comunicación del gobierno y de las posibilidades de extensión de la influencia mediante encadenamientos que forzaban a los medios de comunicación privados a retransmitir sus mensajes, arropara a la mayor parte de la población.

En este sentido, logró persuadir a una gran parte de gente, en Venezuela y en otros lugares del mundo, de que los elementos de su particular imaginario (una serie de elementos históricos, políticos y económicos bastante distorsionados, más bien sesgados) estaban configurándose en una revolución. Que tal revolución no pasara de ser un espejismo, por no decir una ficción, no quita el hecho de que muchos creyeran en su realidad. Las circunstancias post-mortem de Chávez en Venezuela: la crisis económica, el endeudamiento, el incumplimiento de las metas, la escasez y la fragilidad de un gobierno que se sustentaba de su palabra y languidece ahora, cuando no la tiene, reafirman la inexistencia de tal revolución.

Una consecuencia del discurso chavista es la reiteración de su particular concepto de patria. Pero ¿qué significa para el chavismo tener patria? En principio, hay que señalar que todo comenzó con la invención basada en la mezcla de épica libertaria independentista, así como en la manipulación de las acciones heroicas del pasado lejano (luchas indígenas y patriotas) en conjunto con las de un pasado más reciente (guerrillas de los años 60) A eso se agregó todo un discurso anti-imperialista donde el imperio fue identificado con los Estados Unidos.

A la invención se le añadió una tesis, explicación discursiva o manifestación verbal de una supuesta lucha contra esas fuerzas del imperio. Finalmente, todo esto se amalgamó en las peroratas, es decir, una serie de intervenciones dirigidas a suscitar afectos y sentimientos recurriendo a móviles éticos, provocando indignación o conmiseración, según el caso, y generando la participación popular emotiva.

Una característica del discurso chavista es que se fundamentó más en lo verosímil que en lo veraz, lo que permitió (a Chávez y sus repetidores) afirmar ciertas cosas sin aportar pruebas, sepultando las explicaciones en un montón de figuras retóricas banales pero efectivas y tonos profundamente manipuladores y demagógicos. Porque era un discurso diseñado para facilitar el recuerdo de sus puntos fuertes (patria, revolución, luchas contra el imperio, socialismo) y explotar el sentimentalismo, usando además argumentos-puñetazo de refuerzo y una reiteración masiva para generar aceptación en el público. De aquí nace el concepto de patria, vacío de reales significaciones más allá de lo que inventa.

III.

Una paradoja es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común. (Wikipedia) En ese sentido, Elías Jaua construyó una paradoja cuando dijo, en pleno calor de la crisis del papel sanitario: Quieren patria o papel tualé.

Por una parte, el elemento patria, ya se ha visto basado en cuáles premisas. Por la otra, un elemento que quiso que se identificara con los enemigos de la patria: el imperio y sus huestes representados en el papel sanitario. Todo eso en medio de una constante propaganda donde la imagen y la voz del difunto nos quieren recalcar que tenemos patria, patria para siempre. Seguro que sin él estar plenamente consciente de lo que hacía, Jaua interpretó la realidad con una poderosa arma de reflexión, como es la paradoja. Sólo que el resultado no ha sido exactamente el que él esperaba. Cuando estamos en las colas de los mercados, tratando de conseguir uno de los productos básicos de la cotidianidad, cuando un apagón interrumpe el trabajo diario, cuando vemos en las noticias cuántos muertos hubo en el fin de semana, cuando vamos a comprar un repuesto y, si se encuentra, está muy por encima de su precio, cuando el gobernante hace el ridículo con su habla peculiar, cuando se desconocen los reclamos salariales de grupos apabullados por la inflación, cuando no nos alcanza el presupuesto para satisfacer lo elemental, la frase que se nos viene a la mente es tenemos patria. Y he aquí cómo la paradoja de Jaua se ha transformado en ironía.

La ironía es la figura mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice. También se aplica el término cuando una expresión o situación parece incongruente o tiene una intención que va más allá del significado más simple o evidente de las palabras o acciones. La ironía es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates en su método dialéctico. Sócrates comienza siempre sus diálogos desde la posición ficticia que encumbra al interlocutor como sabio en la materia para dar a entender paso a paso sus contradicciones.

Lo muy significativo de esta ironía patria (tan dolorosa en lo profundo) es que ya se repite por igual entre partidarios del gobierno (sustentado en esa imagen retórica que es el chavismo) y entre los que se le oponen. Lo muy significativo de esta ironía es que corroe como un ácido y sin posibilidades de revertimiento la estructura propagandística del gobierno y, lo que es más grave, el núcleo del discurso chavista.

Quizá tal amargura devenga del espacio utópico, del espacio ajeno que tan exactamente han delineado Aínsa y Rama, sí, pero también García Canclini y Nelson Osorio, por citar algunos otros. Nuevamente los ciudadanos de este territorio geográfico y simbólico que es Venezuela nos estamos planteando la patrialidad. Y nuevamente se nos evade el concepto. Porque tenemos patria significa, a fin de cuentas, otra ficción más.

Barquisimeto, 07 de septiembre de 2013
Milagros Mata Gil
@milagrosmatagil

(La ilustración es una fotografía de Luis Brito)



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